La fobia social es un miedo (o ansiedad) excesivamente marcado que aparece a raíz de enfrentarse a situaciones que impliquen interactuar con otras personas (por ejemplo en reuniones, fiestas, trabajo, el hecho de hablar en público, mantener una conversación, etc.).
Este miedo o ansiedad es desproporcionado a la amenaza real, es decir, se trata de un miedo “irracional” y “exagerado” según el contexto sociocultural y la situación social real. En los niños, este miedo puede aparecer con niños de la misma edad y no solo en las interacciones con adultos.
El origen de la fobia social suele ser multifactorial; es decir, que intervienen factores sociales, psicológicos, biológicos, temperamentales y ambientales.
Es decir, en su origen pueden existir experiencias traumáticas, factores de vulnerabilidad personal, factores hereditarios (que el padre o la madre tenga fobia social), factores temperamentales (que la persona tienda a ser especialmente retraída y tímida, sobre todo en la infancia), etc.
Los síntomas más característicos de la fobia social son la evitación de situaciones sociales y la hiperactivación psicofisiológica del organismo. La evitación puede traducirse en evitar las situaciones sociales de forma activa, en resistirlas con elevada ansiedad o en escaparse de situaciones sociales (por ejemplo, en una fiesta).
La fobia social suele tener su edad de inicio en la adolescencia; aparece en torno al miedo a que los demás juzguen el propio comportamiento, y normalmente en el seno de un grupo pequeño.
Además, coincide con la época de la vida (adolescencia) donde uno se suele fijar más en lo que los demás opinan de él; por otro lado, es precisamente cuando se está formando personalidad de la persona y es una época complicada en este sentido, llena de cambios, preguntas e incertidumbre. Es por todo ello que la fobia social se suele acompañar de una baja autoestima, tanto en niñez, adolescencia como edad adulta.
El tratamiento que se aplica a la fobia social suele incluir una intervención psicológica que aborde la evitación del paciente a enfrentarse a situaciones sociales, a partir de técnicas como la exposición con prevención de respuesta o la desensibilización sistemática (que incluye técnicas de relajación incompatibles con la ansiedad).
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